sábado, 4 de febrero de 2012

Sharktopus

 
Adiós misterio, así es el bicho

Después de casi un mes de parón, vuelta a la basura, esta vez de la mano de Sharktopus, un apasionante thriller romántico-destructivo con tintes del cine más profundo e independiente americano, que bien puede recordar a las películas de Clint Eastwood o bien al grandioso Ed. Wood. Vamos que es una auténtica mierda por decirlo de alguna manera tan absurda como inserviblemente rebuscada y jactante. La trama comienza en un sitio nunca antes visto en este tipo de películas y es, atención-redoble-de-temblores-y-agárrense-los-machos-y-las-machas… ¡Los Ángeles! Muchos os preguntareis: pero bueno, ¿cómo  han podido introducir en una película de este tipo algo tan sumamente novedoso? Bien, pues lo mismo se pregunta uno cuando va al zoo y ve a los monos de culo rojo, supongo (¿¿??).

Aquí en L.A., unos tipos están experimentando para crear un arma definitiva para la marina, y no se les ocurre nada mejor que coger a un tiburón-pulpo (que ni explican cómo ha sido creado ni nada, evidentemente, y según declaraciones posteriores del director: “ya cada uno que se lo imagine como quiera, aunque para nosotros lo más plausible, y lo que dejamos ver entre líneas en el film, es un intercambio malsano de sexo interracial zoófilo, lo que daría como resultado a este bicho.”) Vamos, que utilizan mediante control remoto a un tiburón-pulpo, hecho de manera más o menos peculiar y agraciada (digitalmente hablando), como arma, pero durante las pruebas se les escapa y se marcha a México, así que sus perseguidores van hacia él con ímpetu y extrañas virtudes y tecnología. El paso inmediatamente posterior en la trama después de esto (que son como los 15 primeros minutos de película) es que muere todo el mundo menos el chico y la chica guapos, y se acaba la película. No quiero llamar a esto ni spoiler ni esputo, ya que conocer dicha información puede salvarle a uno de tensiones en el film que pueden llevarle a plantearse la pregunta de: ¿Dios mío, los va a matar? La respuesta es: sí, a todos.

Tiene tantas escenas innecesarias como personajes absurdos, algunos de los cuales tienen un nivel de gracia que alcanza al mismísimo sida, es decir, cero. La idea es original, un tiburón-pulpo, ¿dónde se había visto eso? pero las escenas chulas están poco concentradas y el tiempo pasa lento esperándolas, aunque cuando llegan está bien. Es demasiado larga y se pierde mucho el tiempo con tonterías, una pena, que diría un experto cinefálico, porque los efectos “especiales” están graciosos, la música también, y a veces se la juegan con planos imposibles y montaje extremo, así como escenas inesperadas.

Apunte nº1. En ocasiones parece que es un documental sobre los “resorts” de la costa oeste mexicana.
 
Apunte nº2.  Actor fracasado clave en el film, Eric Roberts, que si lo buscas en Google dirás: “este tío me suena”, pero al igual que yo, no recordarás ninguna película en la que salga.
 
Apunte nº3. Escena: chica en bikini buscando con un detector de metales en la playa. Viejuno voyeur detrás de ella, con cero de disimulo en su haber. Aparece el Sharktopus y se la come a ella. El viejo se lleva la moneda que ésta indeseable había encontrado. ¿Lo curioso? Durante toda la escena, y sobre todo al final, le invade a uno la extraña sensación de que está viendo el anuncio de un champú.
 
Apunte nº4. Probablemente las peores reacciones de las víctimas jamás vistas al ser atacadas por el Sharktopus, ultrafalsas.
 
Nota: a pesar de todo, se lleva un 6,5
 
Fdo: Vincenzo Lametto
 
Imagen encontrada en una crátera griega del V a.E. que sirvió de inspiración para la creación de la película

Trailer


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